viernes, 28 de febrero de 2014

Carta del Papa Francisco a las familias

Me presento a la puerta de su casa para hablarles de un acontecimiento que, como ya saben, tendrá lugar el próximo mes de octubre en el Vaticano. Se trata de la Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, convocada para tratar el tema “Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. Pues la Iglesia hoy está llamada a anunciar el Evangelio afrontando también las nuevas emergencias pastorales relacionadas con la familia.papa francisco con familias 300x166 Carta del Papa Francisco a las familias ante los Sínodos de los Obispos sobre la Familia
Este señalado encuentro es importante para todo el Pueblo de Dios, Obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos de las Iglesias particulares del mundo entero, que participan activamente en su preparación con propuestas concretas y con la ayuda indispensable de la oración. El apoyo de la oración es necesario e importante especialmente de parte de ustedes, queridas familias. Esta Asamblea sinodal está dedicada de modo especial a ustedes, a su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia. Por tanto, les pido que invoquen con insistencia al Espíritu Santo, para que ilumine a los Padres sinodales y los guíe en su grave responsabilidad. Como saben, a esta Asamblea sinodal extraordinaria seguirá un año después la Asamblea ordinaria, que tratará el mismo tema de la familia. Y, en ese contexto, en septiembre de 2015, tendrá lugar el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Así pues, oremos todos juntos para que, mediante estas iniciativas, la Iglesia realice un auténtico camino de discernimiento y adopte los medios pastorales adecuados para ayudar a las familias a afrontar los retos actuales con la luz y la fuerza que vienen del Evangelio.
Les escribo esta carta el día en que se celebra la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. En el Evangelio de Lucas vemos que la Virgen y San José, según la Ley de Moisés, llevaron al Niño al templo para ofrecérselo al Señor, y dos ancianos, Simeón y Ana, impulsados por el Espíritu Santo, fueron a su encuentro y reconocieron en Jesús al Mesías (cf. Lc 2,22-38). Simeón lo tomó en brazos y dio gracias a Dios porque finalmente había “visto” la salvación; Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino; nos da el Pan de vida, que nos sostiene en las fatigas de cada día.
Queridas familias, su oración por el Sínodo de los Obispos será un precioso tesoro que enriquecerá a la Iglesia. Se lo agradezco, y les pido que recen también por mí, para que pueda servir al Pueblo de Dios en la verdad y en la caridad. Que la protección de la Bienaventurada Virgen María y de San José les acompañe siempre y les ayude a caminar unidos en el amor y en el servicio mutuo. Invoco de corazón sobre cada familia la bendición del Señor.

Juan Belmonte cambió el toreo para siempre, como Picasso cambió la pintura. Andrés Amorós

T
El pasado domingo se cumplían 50 años de la muerte de Juan Belmonte, «El Pasmo de Triana», el torero más popular de la historia. El Aula de Cultura de ABC, que patrocinan la Real Maestranza y Banco Sabadell, recuerda hoy este aniversario con una mesa redonda que se celebrará en el hotel Alfonso XIII y en la que participarán Andrés Luque Gago, Julio Pérez «Vito», Rafael Jiménez «Chicuelo hijo» y Antonio Martínez Díaz, «Finito de Triana», moderados por Andrés Amorós, crítico taurino de ABC y autor de numerosos libros y ensayos sobre la Tauromaquia.

—Decía Gregorio Corrochano en una crítica en ABC tras una gran faena de Belmonte en las Ventas en 1913 que «después de esto, nada: no hay más allá». ¿Fue, sin discusión, el mejor torero de la historia?

—Aquella fue una faena muy famosa en la corrida del Montepío. Corrochano era más partidario de Joselito, pero incluso él se volvió loco viendo la genialidad de Belmonte. A Joselito se le consideraba en conjunto mejor torero que Belmonte, porque era más regular y podía con todos los toros, pero Belmonte podía torear mejor en algunas tardes como esa.

—¿Por qué cree que Belmonte ha sido el torero sobre el que más libros se han escrito en el mundo?

—La razón es sencilla. Como decía Bergamín, «hay toreros con más percha literaria que otros» y Belmonte tenía mucha percha literaria. A Joselito se le consideraba el torero por antonomasia pero tenía poca «percha literaria» porque su vida no fue muy novelesca que digamos, porque él sólo sirvió para torear. A Bach, uno de los más grandes de la música clásica, le pasó lo mismo. La vida de Belmonte, sin embargo, daba para muchos libros porque su carácter era realmente extraordinario.

—De la biografía de Chaves Nogales se desprende la gran calidad humana de Belmonte, su espíritu de superación y su talante conciliador, tal vez una rareza en la sociedad española de su época…

—Era realmente un personaje muy singular y extraordinariamente inteligente, con grandes inquietudes culturales, además de un tipo sencillo.

—Al que no le hizo falta estudiar...

—No. Belmonte era como la mayoría de los toreros, pero tenía una listeza natural como muchos de sus compañeros. En los estudios Sánchez Mejías fue una excepción, aunque es verdad que acabó el bachillerato ya mayor, como Luis Miguel Dominguín, Marcial Lalanda o Enrique Ponce.

—¿Por qué cree que Belmonte fascinó a tantos artistas e intelectuales de su época?

—Por su carácter y su personalidad. Pérez de Ayala tenía una foto de Belmonte en la pared, como si fuera de su familia. Tenía una sabiduría popular muy atractiva y un sentido del humor extraordinario, que en algunos casos también lo hacía temible.

—También, según Chaves Nogales, el carácter de Belmonte resultaba contradictorio y tenía mucho de «fatalista».

—Sí, no era muy racional. Era un artista con todo lo que eso significa: grandes momentos de exaltación y otros momentos de caída estrepitosa.

—Muchos genios en distintos campos fueron personas antipáticas o incluso, por qué no decirlo, malas personas. No parece que fuera el caso, sin embargo, de Belmonte...

—No, pienso en Picasso, que era una persona muy muy complicada, pero Belmonte no era así, todo lo contrario. Era contradictorio, con sus peculiaridades y rarezas, pero sus amigos lo adoraban.

—Una de esas rarezas, según cuenta Salvador Balil en «Juan Belmonte, en la soledad entre dos atardeceres», fue viajar desde muy joven con una pequeña pistola.

—Sí, porque era una persona de luces y sombras que estaba obsesionada con la muerte.

Suicidio
—Belmonte fue un héroe en el ruedo, sin embargo, le faltó tal vez ese temple que tenía en la plaza para afrontar el ocaso de su vida, a la que puso fin voluntariamente con 70 años. ¿Eso formaba parte de su carácter contradictorio?

—Su temple fue su genialidad en el ruedo, como decía Domingo Ortega, pero se trataba de un temple dramático. Sabemos lo que pasó al final de su vida pero no lo que había en el fondo de su pensamiento cuando lo hizo. He encontrado un testimonio de su hija hasta ahora totalmente desconocido, según el cual él estaba muy preocupado porla vejez y por la decadencia física que a todos nos llega. Además le influyó muchísimo ver el final de su amigo Julio Camba, que acabó en la cama de un hospital lleno de tubos y cables. Belmonte no quería acabar así, pero él se fue al campo un sábado y llamó a gente muy cercana a él para que vayan a acompañarlo, pero resulta que no pudo ir ninguno. Eso da que pensar.

—Casi todos los autores que han escrito sobre Belmonte y los aficionados que lo vieron torear dicen que cambió la concepción de la lidia vigente. ¿Está de acuerdo?

—Para bien o para mal, porque todo es discutible, Belmonte cambió la lidia que estaba vigente en su época. Hasta Belmonte el torero se ponía en un sitio, llegaba el toro y te quitabas tú o te quitaba el toro. A partir de Belmonte no te quitas tú.

—¿Por qué?

—Porque él fue el primer torero que empezó a torear con los brazos. Antes de él se toreaba sobre los pies y a partir de él se hace con los brazos inaugurando una estética nueva, la del toreo contemporáneo. Gente tan distinta como el torero Marcial Lalanda o Ramón Pérez de Ayala, reconocen que en todo arte hay un momento en que llega alguien, que es un genio, para cambiar las cosas. Pasó con Picasso en la pintura y con Belmonte en en el toreo. Él cambió el toreo para siempre como Picasso el arte.

—¿Y cree que esa nueva forma de torear le salió así, de repente?

—Sí. Le salió así. El rey Alfonso XIII se lo preguntó una vez y eso fue lo que le contestó. Belmonte era como Picasso, que decía «yo no busco, encuentro».

Derrota al olvido
—Medio siglo después de su muerte, ¿qué ha pasado con su figura?

—Que ha superado el olvido que han sufrido otros toreros de esa época, porque su toreo es el que ha prevalecido. A Sánchez Mejías tal vez lo salvó del olvido Lorca y es posible que en Belmonte influyera el libro de Chaves Nogales, pero es que su personalidad fue tan extraordinaria que sea comlo fuera iba a seguir fascinando a muchas personas. Para el imaginario popular, está mucho más vivo que Joselito. Y hay otra cosa clara, lo sepan o no lo sepan, los toreros que han venido después han seguido su modelo y su concepción estética. Después de Picasso ya no se pinta igual y después de Belmonte no se torea igual.

—¿Hay ahora o en la historia reciente algún torero que se le parezca?

—No hay ninguno.

—¿Su rivalidad con Joselito fue la más emocionante de la historia del toreo?

—Fue la más importante, sin duda. Fueron como el Platón y el Aristóteles de la Tauromaquia, la Tauromaquia entera. El corto período de tiempo en que ellos coinciden es la edad de oro del toreo. Nunca se ha repetido nada así en la historia, sólo se acerca un poco la rivalidad de Dominguín y Ordóñez.

—Y, además, eran grandes amigos...

—Los dos aprendieron mucho el uno del otro y aunque rivalizaban en el ruedo, además eran amiguísimos. Eran muy distintos pero se profesaban un gran afecto mutuo.

—¿Como Nadal y Federer?

—(Risas) Tal vez. Federer sería más bien Joselito por la facilidad, la elegancia y el temple. Soy un buen aficionado al tenis y creo que Nadal lo gana todo a base de fuerza, voluntad y cabeza, mientras Belmonte, aunque también tenía mucha fuerza de voluntad, estaba tocado, además, por una especie de hechizo mágico.

El peligro
—Decía Belmonte que «el peligro es el eje principal de una vida sublime». ¿Lo fue de la suya?

—Sí, sin duda. Siempre estuvo en el borde de la muerte en el ruedo, aunque no era nada loco. Belmonte incluso decía que si los toreros toreaban eran porque firmaban un contrato 15 días antes, que si lo tuvieran que firmar la misma tarde, no toreaban. También decía que el miedo lo vences porque a las 9 de la noche ha acabado todo.

—Recoge Chaves Nogales en su biografía estas palabras del torero: «El día que se torea crece más la barba. Es el miedo».

—Es que el miedo hace incluso vomitar a algunos toreros antes de la corrida. El miedo a la muerte hace madurar a los toreros muy rápidamente. Es la dignidad con la que afrontan ese miedo lo que hace tan admirables, en mi opinión, a los toreros.

—¿Y el miedo al fracaso?

—Ese puede ser peor incluso. Lo dicen muchos toreros. Fracasar ante la gente puede ser peor que la muerte.

«No toreó un día para acabar de leer un libro»
—El padre de Belmonte era quincallero con tienda en la calle Feria. ¿Sus orígenes humildes le sirvieron para que no se le subiera la fama a la cabeza?
—La mayoría de los toreros de esa época tenían ese origen. Había excepciones como Sánchez Mejías. Aquella era la cultura de «más cornás da el hambre». Belmonte nunca se endiosó. Era un tipo muy sencillo al que le molestaba la fama.
—Se relacionó con los grandes artistas de su época: Picasso, Lorca, Dalí, Sorolla, Buñuel. ¿De dónde cree que le vino ese interés por otras manifestaciones artísticas?
—Belmonte, que también era muy amigo de Valle-Inclán y Pérez de Ayala, tenía unas extraordinarias inquietudes culturales. Quería subir, pero no sólo de dinero y posición social, también en el plano cultural. Se apasionó por la lectura.
—Un día incluso no quiso torear por culpa de un libro....
—Sí, es una anécdota maravillosa. El mozo de espadas iba a vestirlo para la corrida de esa tarde y le dijo que no iba porque estaba embebido con una novela. Mandó un parte facultativo y la acabó. Tenía pasión por Dostoievski y por Stefan Zweig.
—Dice el ex ministro británico Garel-Jones, pregonero taurino de la Feria de Abril, que la cultura europea no se entiende sin los toros. ¿Está de acuerdo?
—Nos gusten o no los toros, es así. Por lo menos la cultura hispánica.
—¿Como ve el futuro de la fiesta en España, después de la prohibición de Cataluña?
—La fiesta sufre por la crisis, como cualquier otro espectáculo. Lo de Cataluña es político por unos señores separatistas. La fiesta necesita una regeneración, sobre todo del toro, buscando la pureza, la integridad y sus valores auténticos. La base es la casta brava del toro.
—¿Cómo cree que habría sido una conversación entre Belmonte y Manolete?
—De pocas palabras porque Belmonte hablaba poco, aunque sentenciaba mucho, y Manolete hablaba poquísimo como buen senequista cordobés. Manolete no tenía tantas honduras.
—La hija de Belmonte le dijo que su padre hubiera sido genial en cualquier cosa que se hubiera propuesto. Si le hubiera gustado el fútbol más que los toros, ¿en qué tipo de futbolista actual cree que se habría convertido: Messi, Ronaldo, Iniesta?
—En Messi creo que no, porque Messi es un genio continuo y lo hace siempre todo bien. Belmonte era un genio, pero discontinuo.

jueves, 27 de febrero de 2014

Soledades

Mi luz
¿Donde estas
que no te veo?
Eres todo
y no te tengo
Te clavaron en la cruz
¡Ay Jesus!


Viernes Santo
Begochu


¿Para qué querrán la Mezquita?. Antonio Burgos

 
http://www.catedraldecordoba.es/

 No se jartan. Los de la Junta, digo. Tienen montada la mayor empresa de Andalucía, la del presupuesto de 30.000 millones de euros. Controlan la Sanidad, la Enseñanza, la Cultura, el Turismo, la Agricultura, el Canal Sur y la biblia en pasta, ¿no? Pues quieren más. Les encanta controlarlo absolutamente todo. Ahora quieren controlar la Mezquita-Catedral de Córdoba. Expropiarla. ¿Cómo quieren más monumentos? ¿No les basta con la de ellos abandonados y en ruina que tienen? Y además, que la Iglesia tiene la Mezquita de dulce. El problema no es que quieran expropiarla, sino para qué quieren esta Desamortización, en la que hay que decirle a Susana:-- ¡Adiós, Mendizábal!
Expropiar. Qué les gusta el verbo. Rafael Escuredo se levantó una mañana inspirado y decidió expropiar media Andalucía de los latifundios, como si todavía existieran en el Registro las propiedades catalogadas en el libro clásico de Pascual Carrión. Le salió la reforma agraria por la culata. Los tribunales la pararon. Pero quedó el ansia expropiadora, como de reinvenciòn de la Historia. El SOC les dio un avío tremendo, con el Circo Gordillo ocupando fincas del duque del Infantado y de la duquesa de Alba, porque si no eras duque, ni te ocupaban una finca, ni te expropiaban, ni nada: no dabas el perfil requerido por la demagogia revanchista. ¿Ocuparán ahora la Mezquita cuya escritura de propiedad reclama Susana Díaz? Aparte del enigma de para qué la quiere, el del por qué la quiere. Lo ha dicho en Palma del Río...
-- Buenas, naranjas...
Pues allí ha pegado Susana el naranjazo: "La Junta aspira a arrebatarle a la Iglesia la titularidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba porque es lo que en estos momentos reclama la ciudadanía". ¿Y el ciudadanío no lo reclama, hija mía? Es que, en efecto, los andaluces tenemos perdido el sueño con el problemazo de la Mezquita. Me despierto sobresaltado por las noches y le pregunto a la jefa de mi Casa Civil:
-- Isabel, ¿le han dado ya los curas a Susana la titularidad de la Mezquita de Córdoba? Es que tengo el sueño perdido con este obispo de Córdoba tan remolón a darla...
Ya sabemos: el día que la Mezquita de Córdoba sea de la Junta y no de los curas, se acaba el paro en Andalucía. El día que la Mezquita sea de la Junta y no de los curas, el crédito fluirá como el Guadalquivir hacia los autónomos tiesos y los pequeños empresarios asfixiados. Y a propósito del Guadalquivir. ¿Saben ustedes dónde ha dicho Susana Díaz esa chuminá histórica? Pues en la inauguración del Centro de Interpretación del Río Guadalquivir, toma castaña. ¿Qué falta hace gastarse el dinero en un centro de interpretación del Guadalquivir? Pues la misma falta que hacerse con la propiedad de la Mezquita cordobesa: ninguna. ¿Qué tiene que interpretar el Guadalquivir? En todo caso, aquello que recordaba don Manuel Olivencia que como interpretación del río le oyó decir en clase a un catedrático suyo, nacido en Beas, en el alto Guadalquivir:
-- Cuando el Guadalquivir baja por los plateados olivares de Jaén... Cuando el Guadalquivir llega a Córdoba la sultana y besa la orilla de su Mezquita... Cuando el Guadalquivir atraviesa la vega naranjera entre la nieve y el trigo de García Lorca. O cuando el Guadalquivir se hace verso de Lope de Vega en la Sevilla mora y cristiana de la Torre del Oro y del Puente de Triana... Cuando el Guadalquivir llega a todos esos líricos escenarios, ¡ya se han hartado de mearse en él todos los tíos de mi pueblo!".
Más o menos lo que otros quieren hacer sobre el sentido común de la Historia en la Mezquita. ¿Para qué querrán la Mezquita? ¿Para que Susana Díaz se proclame Califesa de Córdoba? ¿Es que no os jartáis, hijos míos, de meteros en chorradas en vez de arreglar los verdaderos problemas de Andalucía?

lunes, 24 de febrero de 2014

Noche larga

Preparativos

Adornos de flores y velas.
Varales y andas de plata.

Túnicas, mantos, mantillas
de blonda, peinetas y camisas
de seda...

Huelo a incienso, jazmín
y cera.

Te he vestido de Esperanza.
Para seguir a tu hijo, por
esas calles tan largas,
en esta noche tan dura...

Yo preparo un manto oro
y negro que a modo de velo
lucirás mañana.  Como ese
torero gitano que sale  a la
plaza en día de duelo.

Plancho encajes de tul y seda, que
enmarquen tu cara morena.
Carita de pena.

Huelo a incienso, jazmín y cera


Begochu



domingo, 23 de febrero de 2014

Copla nueva para Manolo Caracol. Antonio Burgos



 Como si esto fuera una discusión de café sobre la evolución del frente la Gran Guerra que Berlanga reflejó en alguna película, pongo sobre la mesa un supuesto táctico como si fuera un Verdún escenificado con cucharillas y tazas: ¿qué haría usted si una hija le pidiera que escribiera un artículo sobre su padre en el aniversario de su muerte, aunque fuese una celebración con número no redondo, la 41, pero siendo esa hija Luisa Ortega y ese padre Manuel Ortega Juárez "Manolo Caracol"?
-- Pues que lo escribiría del tirón...

¿Y qué cree usted que estoy haciendo? Mañana, 24 de febrero, hace 41 años de la muerte de Manolo Caracol. Murió no como un patriarca del cante y de la zambra, sino como un ídolo americano, a lo James Dean: en accidente de coche. Y en un sitio tan poco flamenco como Aravaca. Con lo lejos que está Aravaca de la Alameda de Hércules de los Ortega, de la casa de los Pavón y del corral de vecinos de Las Lumbreras donde Manuel nació. Hijo de uno de los andaluces con más gracia que ha dado la Historia Sagrada: Caracol el del Bulto, mozo de espadas de su primo Joselito el Gallo. El de los cojones de la locomotora de Despeñaperros en Atocha. El que a los aviones nacionales que bombardeaban el Madrid rojo les gritó, saliendo del refugio y jugándose la vida, harto de estar encerrado allí desde la sirena de las 8 de la mañana:

-- ¿Pero es que no paráis ni pá almorzá, miarma? -

El nombre de Caracol tenían que haberlo puesto en banderas por las esquinas el año pasado, en el XL aniversario de la muerte de un cantaor XXL. Tiene Caracol con el reconocimiento de su arte supremo mal fario. En vida, los pontífices del mairenismo le negaron el pan y la sal. Dijeron que prostituyó el cante, cuando se adelantó lo menos cincuenta años a lo que luego fue el flamenco con Camarón, con José Mercé, con Miguel Poveda. Con la fusión. No sólo no le reconocieron la fusión de la zambra y del cante a orquesta, sino que le dieron en la cabeza con un sifón. Con el sifón del dogmatismo purista. Cuando con un cante desgarrado y teñido con la sangre de los Ortega de Cádiz y de Sevilla fue la verdad del flamenco vivo. Pero, ay, fue como lo que cantaba. Caracol todavía está llamando al "carcelero, carcelero" de los purismos para que le abra rejas y cerrojos y se reconozca la verdad suprema de su genial renovación. No en balde cuando, ya retirado de los teatros, abrió en la calle Barbieri de Madrid su tablao Los Canasteros, fue el primero que apostó por un muchacho de La Isla que venía rompiendo moldes, se llamaba José Monje Cruz y le decían Camarón.

Hay una maldición en los Ortega. Este artículo me lo pide Luisa, su hija. En su espectáculo "La Copla Nueva", de Quintero, León y Quiroga, que estrenó en 1951 con su padre, cuando éste se separó de Lola Flores, Luisa Ortega estrenó y codificó para la posteridad la belleza suprema de dos zambras: "Pena, penita, pena" y "Limosna de amores". "Si en el firmamento poder yo tuviera" le haría la justicia que le niegan, pues hacen pasar esas dos joyas como de Lola Flores, que se las copió, quizá como una venganza contra el gran Manuel por haberse separado de ella tras los Broadway a la flamenca que fueron los "Zambra": "Zambra 1943", "Zambra 1944"... Desde que tenía pantalón corto y su padre lo llevó en 1922 al Concurso de Cante Jondo de Granada para que lo escucharan Falla y García Lorca y el niño ganó un premio, Caracol no hizo en su vida otra cosa que engrandecer y renovar el flamenco, sacándolo de los cuartos de Villa Rosa y llevándolo a los grandes teatros. Por mucho menos han convertido ahora en mito e ídolo a Camarón, y los chavales lo llevan impreso en las camisetas como un Che Guevara del cante. A vuestro primo José, artistaza Luisa Ortega, lo mató un toro en Talavera. Y a tu padre Caracol lo sigue matando todos los días el toro del intencionado olvido por parte de los miserables.

La piedad cansada - Carmen Posadas

viernes, 14 de febrero de 2014

Tres consejos del papa a los novios. 14 de febrero

Opus Dei -
PRIMERA CONSEJO: REZAR A DIARIO PARA DURAR SIEMPRE

Es importante preguntarnos si es posible amarse "para siempre". Hoy en día muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible... y esta mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: Estamos juntos hasta que nos dure el amor.... Pero, ¿qué entendemos por " amor "? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica? 

Ciertamente, si es así, no se puede construir encima nada sólido. Pero si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se edifica en compañía, ¡no solos! No querréis construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios...

La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza... Así como el amor de Dios es estable y para siempre, queremos que el amor en que se asienta la familia también lo sea. 

No debemos dejarnos vencer por la " cultura de lo provisional". Así que el miedo del “para siempre” se cura día tras día, confiando en el Señor Jesús en una vida que se convierte en un viaje espiritual diario, hecho de pasos, de crecimiento común...

Porque el “para siempre” no es solo cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. 

En el Padrenuestro decimos "Danos hoy nuestro pan de cada día”. Los esposos pueden rezar así: “Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días.... enseñanos a querernos”.

El matrimonio es un trabajo de orfebrería que se hace todos los días a lo largo de la vida. El marido hace madurar a la esposa como mujer, y la esposa hace madurar al marido como hombre. Los dos crecen en humanidad, y esta es la principal herencia que pasan a los hijos.

SEGUNDA CONSEJO: APRENDER A CONVIVIR


“La convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante... que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo?, gracias, perdona. 

¿Puedo? Es la petición amable de entrar en la vida de algún otro con respeto y atención. El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. San Francisco decía: La cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor.

Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía. 

Gracias. La gratitud es un sentimiento importante. ¿Sabemos dar las gracias? Es importante tener presente que la otra persona es un don de Dios, del que siempre debemos dar gracias. Una vez una anciana de Buenos Aires me dijo:la gratitud es una flor que crece en terreno noble.

En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial , es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios... y a los dones de Dios se dice “gracias”. No es una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados . Hay que saber decirse gracias para caminar juntos.

Perdona. En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla: "perdona”. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un instinto que está en el origen de tantos desastres. 

Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir disculpas. También así crece una familia cristiana. Perdóname que he levantado la voz. Perdóname que haya pasado sin saludarte. Perdóname por llegar tarde, porque esta semana he estado tan silencioso, por no haberte escuchado, porque estaba enfadado y te lo he hecho pagar a ti… Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. Existimos nosotros, los pecadores. 

Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón, sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante.

TERCER CONSEJO: BODA SOBRIA

La celebración del matrimonio debe ser una fiesta, pero una fiesta cristiana y no mundana. Lo que sucedió en Caná hace dos mil años, sucede en realidad en cada fiesta nupcial. Lo que hará pleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y nos otorga su gracia. 

Al mismo tiempo, es bueno que vuestro matrimonio sea sobrio y destaque lo que es realmente importante. Algunos están muy preocupados por los signos externos: el banquete, los trajes... 

Estas cosas son importantes en una fiesta, pero sólo si indican el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición de Dios sobre vuestro amor. Haced que como el vino de Caná, los signos externos de vuestra ceremonia revelen la presencia del Señor y recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y la razón de vuestra alegría. El señor multiplicará vuestro amor y os lo dará fresco cada día: ¡tiene una reserva infinita! 

San Josemaria y el 14 de febrero




Sucedió el 14 de febrero de 1930
Como sabemos, a  San Josemaría no le gustaba hablar de estos momentos íntimos en que el Señor le dio a conocer su Voluntad. Sin embargo, a veces ‑por indicación expresa de la Santa Sede y también por la insistencia de los socios de la Obra‑ relataba algunos detalles, para que supieran dar gracias a Dios, por la misericordia que mostraba hacia los hombres. Así, en una ocasión evocaba:


Para que no hubiera ninguna duda de que era Él quien quería realizar su Obra, el Señor ponía cosas externas. Yo había escrito: "Nunca habrá mujeres ‑ni de broma‑ en el Opus Dei". Y a los pocos días... el 14 de febrero: para que se viera que no era cosa mía, sino contra mi inclinación y contra mi voluntad.


Yo iba a casa de una anciana señora de ochenta años que se confesaba conmigo, para celebrar Misa en aquel oratorio pequeño que tenía. Y fue allí, después de la Comunión, en la Misa, cuando vino al mundo la Sección femenina. Al acabar, me fui corriendo a mi confesor, que me dijo: esto es tan de Dios como lo demás.

14 de febrero de 1943
Recé con confianza e ilusión, durante tantos años, por los hermanos vuestros que se habrían de ordenar y por los que más tarde seguirían su camino; y recé tanto, que puedo afirmar que todos los sacerdotes del Opus Dei son hijos de mi oración".

Jesús del Buen Amor y mi padre Berna




  
Cogidita de su mano conocí
a Jesús Crucificado.
Me llevaba con frecuencia
a visitarlo.
Rezagada y temerosa observaba
como sus pies besaba emocionado

Hija, en la penas y alegrías...

Cierto día me contó:
"Corrí hacia El enamorado, a dar
 las gracias por el sí que tu madre
 me había dado...


Hija, en las penas y alegrías...

Hoy visito con frecuencia a Jesús
Sacramentado, de mi padre y mio.
Por los dos amado y le doy las gracias
en lo bueno y lo malo.

Begochu, 2014

jueves, 13 de febrero de 2014

Verbos tertulianeses. Antonio Burgos

Verbos tertulianeses


 Mis queridos alumnos de Segundo de Tertulianés: como bien saben, en perfecto Tertulianés el adverbio "hoy" no se pronuncia así. Se dice "a día de hoy", más propio de platós y micrófonos. Pues no es lo mismo "no tener hoy un euro" que "no tener un euro a día de hoy". Con esta última frase parece que se derrama mucha más tiesura, que se está más a dos velas que la barca que servía de armas nobiliarias del genio a los hermanos Alvarez Quintero. Pues bien, "dicho lo cual" y puesto "negro sobre blanco" lo que acabo de verbalizar, trataré de explicarles que en Tertulianés "decir" no se dice "decir". ¡Digo! En Tertulianés, "decir" es "verbalizar", mucho más complicado y cursi. Y con "verbalizar" queda la gente como aquel cateto de un pueblo de Sevilla que oyó en un discurso de don José Utrera Molina la brillante oratoria orteguiana de quien entonces era gobernador civil, y dijo al salir del acto de entrega de llaves de los pisos sindicales que se hartó de construir el coherente falangista malagueño:
-- No me he enterao ni de papa de lo que ha dicho este tío. Ahora, que ¡vaya piquito de oro tiene el gachó!

En el piquito de oro del Tertulianès y en el piquito de la muleta de no arrimarse a los temas ni pasárselos por la faja ofreciéndoles la femoral, el sistema verbal es fundamental. El Tertulianés ha creado sus propios verbos. No, no rumoricen sonorizando su preocupación, que no son tan complicados como los verbos irregulares ingleses. Los verbos tertulianeses son como los españoles, pero haciéndolos terminar en "-izar". A ver, que un alumno levanta allí la mano. ¿Quiere usted interrogacionar?

-- Sí, señor profesor. Que si los verbos tertulianeses terminan en "-izar", ¿es que son acaso una bandera?

En parte, estimado alumno, afirmativizo su interrogacionación. Son una bandera, pero bandera de la memez y del atrevimiento a opinar de todo, como nos enseñó nuestro Venerable Fundador, el Doctor Liendre, "que todo sabe y de nada entiende". Más que de izar, los verbos son de arriar: de arriar bandera en la precisión y economía del lenguaje. Pero continuemos explicacionando con casos prácticos. Lo que he hecho hasta aquí ha sido "ponderizar", que no ponderar, la importancia de los verbos en nuestra lengua. Quiero ofertarles un ejemplo, verán qué piquito de oro tengo, como que no sé cómo no estoy como un cigarrón pegando saltos de tertulia en tertulia:

"No hay que relativizar el hecho de la importancia de nuestros verbos tertulianeses, sino que por el contrario, y hasta donde yo sé, hay que priorizar y objetivizar, e incluso diría que solemnizar su fundamental relevancia."

-- ¿A día de hoy, señor profesor?

"A día de hoy", naturalmente. Se ve que aprende. Ha verbalizado usted una locución adverbial característica. Que por cierto recuerda, lagarto, lagarto, lo de "en el día de hoy" de un Parte de la Victoria del que va a hacer 75 años en abril y que nadie quiere recordacionar ni focalizar, ni siquiera los que se dedican a guionizar la Historia para reescribirla a su conveniencia.

Hay que tertulianizar, pues, los verbos para encontrarles su perfecta expresión. Hay que buscar su gilipollización más absoluta. "Parar", por ejemplo, no es "parar": se dice paralizar. "Culpar" no es "culpar": debe decirse correctamente culpabilizar. Y como para muchos "abrir" no es "abrir", sino especialmente para los bancarios "aperturar", deben advertirles que lo correcto es "aperturizar". Con lo cual habremos llegado a encontrar solución al gravísimo problema de las lenguas peninsulares, queridos alumnos, que es donde quería direccionalizar mi pensamiento. Ni hay que castellanizar Cataluña ni hay que catalanizar España. Hay que tertulianizar el mundo, con el mismo ardor con que Colón, tras descubrimientizar América, imposicionó la española como lengua vehicular de todo el Nuevo Mundo. He diccionado.

Ver al toro. Andrés Amorós

A pesar de las plumas antitaurinas y de la ausencia hoy de grandes figuras del toreo, la verdad es que la plaza de Las Ventas se llena casi todos los días, que es muy difícil conseguir buenas entradas, que los periódicos dedican a la fiesta más páginas y que se palpa un ambiente de fervor inusitado desde hace años. Esto, por supuesto, no cabe atribuirlo al turismo, sino al público madrileño, joven y viejo, que vuelve a los toros o los descubre.Todo ello puede tener un inconveniente: me temo que muchos espectadores no saben ver el toro. En efecto, en los toros, como en cualquier arte (recuerdo el libro de Marangoni Sapere vedere), no basta con mirar: hay que saber ver.

No saben ver el toro, por ejemplo, los que acuden a la plaza con una idea preconcebida -buena o mala- sobre un torero y no atienden a la res que le ha correspondido para apreciar cómo la lidia.
Hemos vivido hace poco años de abundantes corruptelas en la fiesta, y algunos críticos han hecho un gran servicio denunciándolas; pero me temo que eso ha degenerado hoy en muchos tópicos. Todas las tardes oigo los mismos gritos en la plaza, sin atender a los problemas peculiares de cada toro. Se pide indignadamente la devolución de un toro sólo porque es manso. Como si no hubiera habido siempre toros mansos -y antes muchos más que ahora-, que también tienen su lidia. Entre mis más hermosos recuerdos de aficionado están las faenas de Luis Miguel, de Paco Camino, a toros absolutamente mansos, a los que consiguieron dominar con valor y técnica.

Muchos de los gritos que oigo se deben, creo, a puritanismo más que a auténtica exigencia. Y todo puritanismo me parece además  de falso.

He visto no pocas corridas al lado de gente que sí sabía de verdad de toros: matadores, ganaderos, hombres del campo... ¿Se Imaginan, por ejemplo, a Domingo Ortega denunciando cojeras o dando mítines mientras un torero está toreando? Claro que no: se refugiaba detrás del ala de su sombrero y miraba al toro. Simplemente eso. Claro que él no necesitaba presumir ni demostrar a nadie lo que sabe de toros.

Casi todos los que asisten a un partido han jugado al fútbol alguna vez, le han dado patadas a una pelota de chicos. Saben apreciar muchos el mérito que tiene un regate, un quiebro de cintura, un pase largo. Temo que no suceda lo mismo con el público de toros. Muy pocos espectadores han intentado darle un pase a una becerra o, simplemente, conocen un poco el toro en su auténtica realidad: el campo. Ese es el quid de la cuestión.

No estoy pidiendo juicios más benévolos. No se trata de eso, sino de atender a la lidia que hay que dar a cada toro. Por eso me sorprende que un público tan gritador como el actual de Las Ventas no reciba con una ovación -por tantas razones- a Antoñete, no aprecie el mérito de la brega de Chaves Flores a su edad o el de Rondeño enfrentándose de salida a un manso peligroso; por otro lado, me asombra también que no pite a los matadores cuando dejan que los peones les saquen las castañas del fuego en los momentos de apuro o cuando son los culpables -ellos, no los picadores- de que se castigue desmesuradamente a sus toros.

Vuelven hoy a la plaza algunos escritores, y esto tiene también sus riesgos. El primero, que vayan a la plazápara escribir más que para ver; como aquel ilustre profesor que iba a los conciertos buscando inspiración para escribir sus aforismos filosóficos...

Recuerdo una frase de Menéndez Pelayo sobre Fernán Caballero: «Un velo de idealismo sentimental parece interponerse entre sus ojos y la realidad». Así sucede también con algunos de estos escritores: la idea previa que tienen les impide abrir los ojos y ver con ingenuidad, con senlibilidad.

La lidia, corno todo, tiene sus reglas, y el que las desconoce corre el riesgo de desbarrar si se lanza -como es frecuente, por otro lado- a formular brillantes teorías sociológicas, éticas, psicológicas... Los españoles que van a Estados Unidos suelen admirarse ante la monotonía del baseball o el football americanos. Los que no conocen las reglas del fútbol se sorprenden de que alguien se apasione por ver a unos señores en calzoncillos corriendo detrás de una pelotita.

He oído que la fiesta está muerta. Como dice la frase atribuida al Tenorio, pero que no está en él: «Los muertos que vos matáis ... ». He leído que hoy es un anacronismo. (Lo mismo decía Luis Miguel, pero con más ironía, del traje de torear.) ¡Por supuesto! En ese sentido, ¿no son anacronismos también la ópera, el ballet, el teatro en verso, etcétera?


La otra tarde, poco antes de la corrida, diluviaba. Me disfracé de pescador cántabro, con chubasquero y capucha, y me fui para la plaza. Pensaba que estaba loco y que me podían dar una medalla al mérito del buen aficionado: exponerse a una pulmonía después de haber visto tantas veces a Curro Romero... Al entrar vi una figura delgada con gabardina: José Bergamín. Más allá, la gorra hípica de Fernando Savater. Luego, la noble melena blanca del maestro Luis Calvo... Repitámoslo una vez más y todas las que hagan falta: ver el toro, disfrutar viéndolo, no es patrimonio exclusivo de reaccionarios iletrados ni golpistas castizos.