domingo, 30 de marzo de 2014
miércoles, 26 de marzo de 2014
martes, 25 de marzo de 2014
La Anunciacion . Simone Martini. Siena, 1284
Tus cánticos,
risas y juegos
alegran las calles
Niña nazarena.
Joven elegida
creada sin mancha.
Belleza perfecta
Preparas un velo
en tono y bordado
purísima y oro.
Con el cubrirás tu cabello
Para acudir a orar al templo
donde te anunciará
Su llegada
Sorprendida te sonrojas
y respondes con candor...
¡Hágase mi señor!
Carita de dulce espera.
Contemplación perfecta.
Madre de Dios,
Madre nuestra
Tus cánticos,
risas y juegos
alegran las calles
Niña nazarena.
Begochu Ardanaz
risas y juegos
alegran las calles
Niña nazarena.
Joven elegida
creada sin mancha.
Belleza perfecta
Preparas un velo
en tono y bordado
purísima y oro.
Con el cubrirás tu cabello
Para acudir a orar al templo
donde te anunciará
Su llegada
Sorprendida te sonrojas
y respondes con candor...
¡Hágase mi señor!
Carita de dulce espera.
Contemplación perfecta.
Madre de Dios,
Madre nuestra
Tus cánticos,
risas y juegos
alegran las calles
Niña nazarena.
Begochu Ardanaz
lunes, 24 de marzo de 2014
La pobreza cristiana, dista mucho de la miseria. Salvador Bernal
El Papa se interroga sobre el significado de la invitación a la apobreza evangélica de San Pablo en nuestros días, y propone a los fieles “algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión”
Si algún concepto doctrinal resulta polisémico −con perdón por el término−, es el de pobreza. Lo he pensado tras leer el texto del mensaje papal para el tiempo de Cuaresma, que comienza con el Miércoles de Ceniza.
La verdad es que no extraña el paradójico título del documento: “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”. Al cabo de un año de pontificado, las posibles sorpresas enlazan con la coherencia de la propia personalidad: se comprende que, de las muchas facetas que gravitan en este tiempo litúrgico, el papa haya elegido un tema, que procede de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios; el apóstol los alienta a mostrar su generosidad ayudando a los hermanos de Jerusalén que están atravesando dificultades. Francisco se interroga sobre el significado de la invitación a la pobreza evangélica de San Pablo en nuestros días, y propone a los fieles “algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión”.
Al cabo, casi todo depende de la libertad. Cristo no era rico, en el sentido habitual del término; era infinitamente más: la segunda persona de la Trinidad omnipotente; pero se abajó, a través de la kénosis, asumiendo la estricta condición humana. Dentro de ésta, no eligió situaciones de poder o riqueza, sino las propias de una familia trabajadora y modesta en un rincón de Galilea. Allí comenzó la obra de la Redención, antes de consumarla en su vida pública y en la pasión, muerte y resurrección.
Ese abajamiento no se puede reducir a términos más o menos unívocos, como repiten quienes predican la pobreza con ocasión y sin ella, hasta lograr reacciones de hastío en sus oyentes. Porque −como puntualizó el Cardenal Robert Sarah en la presentación oficial del mensaje− “la visión cristiana de la pobreza no es la misma que rige el sentimiento común. Demasiado a menudo se considera la pobreza simplemente en su dimensión sociológica y se entiende como una falta de bienes. Por otra parte, se recurre a menudo al concepto de ‘Iglesia pobre para los pobres’ como una forma de contestación a la Iglesia, oponiendo a una Iglesia de los pobres, una Iglesia buena... a una Iglesia de la predicación y de la verdad, dedicada a la oración y a la defensa de la doctrina y de la moral.”
Francisco hace coincidir la pobreza en la que Jesús nos libera y nos enriquece, con su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano. ¿Cómo no recordar la fuerza con que Benedicto XVI escribía en Deus caritas est, 31 b), sobre esa gran parábola de Jesucristo?: “El programa del cristiano −el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús− es un «corazón que ve». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia”.
La pobreza, más aún para personas laicas, nunca se reducirá a la mera renuncia. San Josemaría formuló un criterio paradigmático, justamente a propósito de las madres de familia en Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 110ss. Me limito a citar unas frases: “Quien no ame y viva la virtud de la pobreza no tiene el espíritu de Cristo. Y esto es válido para todos: tanto para el anacoreta que se retira al desierto, como para el cristiano corriente que vive en medio de la sociedad humana, usando de los recursos de este mundo o careciendo de muchos de ellos”.
Lo importante es hacer compatibles “dos aspectos que pueden a primera vista parecer contradictorios. Pobreza real que se note y se toque −hecha de cosas concretas−, que sea una profesión de fe en Dios, una manifestación de que el corazón no se satisface con las cosas creadas, sino que aspira al Creador, que desea llenarse de amor de Dios, y dar luego a todos de ese mismo amor. Y, al mismo tiempo, ser uno más entre sus hermanos los hombres de cuya vida participa, con quienes se alegra, con los que colabora, amando el mundo y todas las cosas buenas que hay en el mundo, utilizando todas las cosas creadas para resolver los problemas de la vida humana, y para establecer el ambiente espiritual y material que facilita el desarrollo de las personas y de las comunidades”.
El papa invita hoy a aliviar la miseria humana −material, moral, espiritual− con variedad de condiciones y exigencias. Entre tantas facetas, precisa: “Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos; podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo”. Todo un programa para meditar y vivir durante la Cuaresma…, y siempre.
Salvador Bernal
sábado, 22 de marzo de 2014
Envejecimiento y discapacidad. Francisco
Mensaje del Santo Padre Francisco a los participantes en la Asamblea general de la Academia Pontificia para la Vida con motivo del 20 aniversario de esta institución
La Academia, que tiene por objetivo estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de la biomedicina y del derecho, relativos a la promoción y defensa de la vida −especialmente en la relación directa que tienen con la moral cristiana y las directivas del Magisterio de la Iglesia− dedicó la asamblea al tema del “Envejecimiento y discapacidad”.
*
Al venerado hermano
Monseñor Carrasco de Paula
Presidente de la Academia pontificia para la vida
Le envío mi cordial saludo a usted, a los señores cardenales y a todos los participantes en la asamblea general de la Academia pontificia para la vida, en el vigésimo aniversario de su institución. En esta ocasión, nuestro pensamiento agradecido se dirige al beato Juan Pablo II, que instituyó dicha Academia, así como a los presidentes que han promovido su actividad y a todos los que, en todas partes del mundo, colaboran en su misión. La tarea específica de la Academia, expresada en el motu proprio Vitae mysterium, es «estudiar, informar y formar en lo que atañe a las principales cuestiones de biomedicina y derecho, relativas a la promoción y a la defensa de la vida, sobre todo en las que guardan mayor relación con la moral cristiana y las directrices del magisterio de la Iglesia» (n. 4). De este modo, os proponéis dar a conocer a los hombres de buena voluntad que ciencia y técnica, puestas al servicio de la persona humana y de sus derechos fundamentales, contribuyen al bien integral de la persona.
Los trabajos que realizáis durante estos días tienen por tema: «Envejecimiento y discapacidad». Es un tema de gran actualidad, que interesa mucho a la Iglesia. En efecto, en nuestras sociedades se observa el dominio tiránico de una lógica económica que excluye y a veces mata, y de la que hoy muchísimos son víctimas, comenzando por nuestros ancianos. «Hemos dado inicio a la cultura del “descarte” que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”» (Evangelii gaudium, 53). La situación socio-demográfica del envejecimiento nos muestra claramente esta exclusión de la persona anciana, especialmente si está enferma, con discapacidad, o es vulnerable por cualquier otro motivo. En efecto, se olvida con mucha frecuencia que las relaciones entre los hombres son siempre relaciones de dependencia recíproca, que se manifiesta con grados diversos durante la vida de una persona y emerge mayormente en las situaciones de ancianidad, de enfermedad, de discapacidad, de sufrimiento en general. Esto requiere que, tanto en las relaciones interpersonales como en las comunitarias, se ofrezca la ayuda indispensable para tratar de responder a la necesidad que tiene la persona en ese momento. Pero en la base de la discriminación y la exclusión hay una cuestión antropológica: cuánto vale el hombre y en qué se funda su valor. La salud es ciertamente un valor importante, pero no determina el valor de la persona. La salud, además, no es por sí garantía de felicidad. En efecto, esta puede experimentarse cuando se tiene una salud precaria. La plenitud a la que tiende toda vida humana no está en contradicción con una condición de enfermedad o de sufrimiento. Por lo tanto, la falta de salud o la discapacidad no son nunca una buena razón para excluir o, peor aún, para eliminar a una persona; y la privación más grave que sufren las personas ancianas no es el debilitamiento del organismo y la discapacidad que deriva de ello, sino el abandono, la exclusión, la privación del amor.
Maestra de acogida y solidaridad es, en cambio, la familia: precisamente en el seno de la familia la educación se inspira de manera esencial en las relaciones de solidaridad; en la familia se puede aprender que la pérdida de la salud no es una razón para discriminar algunas vidas humanas; la familia enseña a no caer en el individualismo y a equilibrar el yo con el nosotros.
Es en ella donde «cuidar» se convierte en un fundamento de la existencia humana y en una actitud moral que se debe promover a través de los valores del compromiso y de la solidaridad. El testimonio de la familia llega a ser crucial frente a toda la sociedad para confirmar la importancia de la persona anciana como sujeto de una comunidad que tiene una misión que cumplir y que sólo aparentemente recibe sin ofrecer nada. «Cada vez que intentamos leer en la realidad actual los signos de los tiempos, es conveniente escuchar a los jóvenes y a los ancianos. Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de la experiencia, que invita a no repetir tontamente los mismos errores del pasado» (ib., n. 108).
Una sociedad es verdaderamente acogedora de la vida cuando reconoce que ella es valiosa también en la ancianidad, en la discapacidad, en la enfermedad grave e, incluso, cuando se está extinguiendo; cuando enseña que la llamada a la realización humana no excluye el sufrimiento, más aún, enseña a ver en la persona enferma un don para toda la comunidad, una presencia que llama a la solidaridad y a la responsabilidad. Este es el evangelio de la vida que, a través de vuestra competencia científica y profesional, y apoyados por la gracia, estáis llamados a anunciar.
Queridos amigos, bendigo el trabajo de la Academia para la vida, a menudo arduo porque requiere ir a contracorriente, pero siempre valioso porque presta atención a conjugar rigor científico y respeto por la persona humana. Esto es lo que he podido constatar conociendo vuestras actividades y publicaciones, y este mismo espíritu deseo que os anime en el futuro de vuestro servicio a la Iglesia y a toda la familia humana. Que el Señor os bendiga y la Virgen os proteja siempre.
Vaticano, 19 de febrero de 2014
Francisco
miércoles, 19 de marzo de 2014
martes, 18 de marzo de 2014
El Maleni. Antonio Burgos
--Nene, apunta: 22.963 euros de sueldo al mes, más 3.444 euros en concepto de dietas de alojamiento, más 991 euros de gastos de representación...
-- ¿Voy sumando, jefe?
-- No, no sumes todavía, niño, porque eso es la renta. Nos queda el patrimonio. Vuelve a apuntar, nene: 4 pisos, 4, en Sevilla, Madrid, Estepona y Málaga, 1 casa, 1, en Benalmádena y 7 plazas, 7 de aparcamientos.
-- ¿Sumo ya? Pero antes permita usted que le haga una pregunta, que me ha picado la curiosidad. ¿Quién tiene esa fortuna y ese pedazo de sueldo, jefe? ¿Es Botín o es Alierta? Tiene que ser uno de esos. O Juan Roig el del Mercadona a lo mejor. O Amancio Hortera, como lo llama una chirigota de Cádiz..
-- Pues no es ningún baranda del capitalismo, nene. Es una paniaguada del socialismo: Magdalena Alvarez.
-- ¡Así soy yo también de izquierdas, no te jode? ¡Y más socialista que la gorra de Pablo Iglesias!
Izquierda Caviar en estado puro. Socialismo Visa Oro en todo su esplendor y gloria. Maleni. De San Fernando. ¡Qué arte tiene la gente de La Isla, Pepe Oneto! Esta es la que cuando era consejera de la Junta de Andalucía sacó por la cara 444 billetes, 444 de Aviaco, la compañía aérea que cerró. ¿No va a cerrar, con esos mangazos de avión gratis total que le pegaba la Maleni? Lo que me extraña es que no haya ya cerrado el Banco Europeo de Inversiones donde enchufaron a la de "antes partía que doblá". ¿Doblá? ¡Pero si no la has doblado en tu vida, hija mía! Lo otro sí, partía: ¡qué partía de trincones y mangones, Dios mío de mi alma! Como los otros, los antiguos dirigentes de ambos dos partidos mayoritarios, como Aznar y González, apalancados en jugosos enchufes en los consejos y asesorías de las compañías de electricidad o de gas. ¡Qué partida en los partidos!
Los ERE están descubriendo muchas cosas. Por ejemplo, que el cerebro de esta banda no municipal, sino autonómìca, fue la que por aquel histórico mangazo de billetes aéreos llamaron Lady Aviaco. La que dijo: "En el único sitio en la T4 en el que podía haber estado Esperanza Aguirre es o tumbada en la vía o colgada de la catenaria". Pero a mí no me sorprende nada que esta señora (por otra parte absolutamente intercambiable con Celia Villalobos en muchos aspectos estéticos) haya salido empitonada por los ERE en la lidia ordinaria en que la juez Alaya está acartelando a esta partía y que le hayan puesto una fianza de 29,5 millones de euros. Hay cosas mucho más sorprendentes que la cuantía de la fianza con la que no sé si la juez Alaya ha partido o ha doblado a la que, protegida por la partía, no la ha doblado, con tan pingües resultados en sus sueldos mensuales, como aquel otro de 7.500 euros que tuvo cuando se fue de naja como eurodiputada en 2009, antes del enchufazo en el Banco Europeo de Inversiones. Ahí es donde está el meollo del embrollo del frangollo de la cuestión, no en la fianza: que en el Banco Europeo de Inversiones tenga Magdalena Alvarez tal enchufe que gane más que Obama en la Casa Blanca. ¿Quién le buscó ese enchufe? ¿Por qué se lo mantiene el PP? -
A propósito de esta virtuosa enchufista, Ignacio Ruiz Quintano recordaba el otro día generosamente la unidad de medida del despilfarro que me inventé cuando la Expo 92: el "pellón", equivalente a 10.000 millones de pesetas despilfarrados y tirados a la calle. Ahora, Ignacio, tenemos que inventar el "maleni" como unidad de medida del sueldazo por enchufe de los de no doblarla. Un "maleni" serían 30.000 euros al mes por la cara, sin dar palo al agua tónica del gin-tonic. Contemplados desde lo alto de esas pirámides del mangazo, 29,5 millones de euros de fienza no son nada. Esta ha ido toda su vida de Maleni y oro.
lunes, 10 de marzo de 2014
El toreo de esmoquin. Antonio Burgos
El 11 de diciembre de 1944 los intelectuales españoles rindieron un homenaje a quien entonces era el máximo héroe popular. Un torero. Manuel Rodríguez "Manolete". Como una figura de El Greco vestida de luces, que recibía a los toros por alto con el laconismo militar de aquel estilo: como un saludo a la romana con la muleta. El homenaje
consistió en una cena de gala en el restaurante Lhardy de Madrid. Historia sobre la Historia. En el restaurante histórico, media Historia del Toreo en el siglo XX y los autores de la mejor prosa que se escribía en una España de postguerra no tan triste como ahora la pintan, pues para ellos era el paso alegre de la paz en una primavera que volvía a reír. De aquella cena de gala hay una foto famosa. En torno a Manolete están Cela, Pemán, Víctor de la Serna, Agustín de Foxá, Adriano del Valle, Pedro Mourlane Michelena, Rafael García Serrano... Al fondo de la foto parece que resuena el arte mayor, la Poesía rendida ante el Toreo, como una premonición de los alejandrinos que Agustín de Foxá habría de escribir tras lo de Linares: "Yo saludo al torero más valiente del ruedo./Yo saludo en ti a Córdoba, olivares y ermitas,/que le dio esa elegancia de califa sin trono,/de Almanzor que no vuelve, que es desdén y nobleza."
Y como una costumbre de etiqueta que ya sólo se mantiene en la cena de los Cavia en la Casa de ABC, todos los escritores que aparecen en esa fotografía visten riguroso esmoquin, con blanca camisa de pechera dura y corbata de lazo. Todos, menos uno. Todos menos Manolete. Manolete va de uniforme. Manolete va con el uniforme del cuerpo al que pertenece. Va vestido de torero. ¡Y qué torero! Manolete va con su traje corto campero, con su camisa de chorreras con botonadura de piedras preciosas. Y sin corbata. Ni de lazo ni de nudo. Sin corbata, como los hombres del campo andaluz cuando van al pueblo para el día de la Patrona. Con el botón del cuello de la camisa muy abrochado. Pero chorreando señorío y torería. Derramando la misma "elegancia de califa sin trono" con que Agustín de Foxá habría de recordarlo desde aquella noche.
Yo me he acordado ahora de aquella fotografía del homenaje de los intelectuales a Manolete en Lhardy. Con ocasión de algo que me tiene perplejo: la moda de que los toreros presenten su temporada, como si fuera un modelo nuevo de coche o el premio Planeta. Hasta ahora, en el toreo, ni las figuras sabían cómo se iba a presentar para ellos la temporada. Dependía de cómo arrancaran en Castellón, en Valencia, o luego en Sevilla y en San Isidro. Los toros traían cortijos en sus lomos... o teléfonos que no sonaban en casa del apoderado. Según. Ahora no. Ahora las figuras no sólo saben cómo se les presenta la temporada, sino que encima te la presentan: "Aquí mi remporada, aquí la afición". ¿La afición? La afición huye de las plazas ante este toreo de diseño asistido por ordenador. Sin alma. Sin torería. Sin paladar.
Así que el uno presenta su temporada en el Círculo de Bellas Artes (que no es mal sitio, ahí tiene que estar el toreo, entre las Bellas Artes) y el otro presenta su temporada taurina como si fuera un disco de David Bisbal: con un festorro en el Joy Eslava, ¡arsa pilili! Y la presenta vestido de esmoquin. Todo el famoserío y el canallerío al uso madridí está allí en la fiesta vestido de particular, pero el torero presentante va de esmoquin. ¿Es acaso un intelectual que le va a rendir homenaje a Manolete con retraso? No, es el triste símbolo de cómo está el toreo. Los toreros antes se vestían de toreros y se casaban de corto y con botos camperos. Ahora se casan de chaqué y organizando desfiles de máscaras con chisteras. Y presentan su temporada de esmoquin. Al toreo le han quitado el traje corto y lo han vestido de esmoquin y de chaqué. Y encima quieren que se llenen las plazas. ¡Tequiyá con el cuento del esmoquin!
consistió en una cena de gala en el restaurante Lhardy de Madrid. Historia sobre la Historia. En el restaurante histórico, media Historia del Toreo en el siglo XX y los autores de la mejor prosa que se escribía en una España de postguerra no tan triste como ahora la pintan, pues para ellos era el paso alegre de la paz en una primavera que volvía a reír. De aquella cena de gala hay una foto famosa. En torno a Manolete están Cela, Pemán, Víctor de la Serna, Agustín de Foxá, Adriano del Valle, Pedro Mourlane Michelena, Rafael García Serrano... Al fondo de la foto parece que resuena el arte mayor, la Poesía rendida ante el Toreo, como una premonición de los alejandrinos que Agustín de Foxá habría de escribir tras lo de Linares: "Yo saludo al torero más valiente del ruedo./Yo saludo en ti a Córdoba, olivares y ermitas,/que le dio esa elegancia de califa sin trono,/de Almanzor que no vuelve, que es desdén y nobleza."
Y como una costumbre de etiqueta que ya sólo se mantiene en la cena de los Cavia en la Casa de ABC, todos los escritores que aparecen en esa fotografía visten riguroso esmoquin, con blanca camisa de pechera dura y corbata de lazo. Todos, menos uno. Todos menos Manolete. Manolete va de uniforme. Manolete va con el uniforme del cuerpo al que pertenece. Va vestido de torero. ¡Y qué torero! Manolete va con su traje corto campero, con su camisa de chorreras con botonadura de piedras preciosas. Y sin corbata. Ni de lazo ni de nudo. Sin corbata, como los hombres del campo andaluz cuando van al pueblo para el día de la Patrona. Con el botón del cuello de la camisa muy abrochado. Pero chorreando señorío y torería. Derramando la misma "elegancia de califa sin trono" con que Agustín de Foxá habría de recordarlo desde aquella noche.
Yo me he acordado ahora de aquella fotografía del homenaje de los intelectuales a Manolete en Lhardy. Con ocasión de algo que me tiene perplejo: la moda de que los toreros presenten su temporada, como si fuera un modelo nuevo de coche o el premio Planeta. Hasta ahora, en el toreo, ni las figuras sabían cómo se iba a presentar para ellos la temporada. Dependía de cómo arrancaran en Castellón, en Valencia, o luego en Sevilla y en San Isidro. Los toros traían cortijos en sus lomos... o teléfonos que no sonaban en casa del apoderado. Según. Ahora no. Ahora las figuras no sólo saben cómo se les presenta la temporada, sino que encima te la presentan: "Aquí mi remporada, aquí la afición". ¿La afición? La afición huye de las plazas ante este toreo de diseño asistido por ordenador. Sin alma. Sin torería. Sin paladar.
Así que el uno presenta su temporada en el Círculo de Bellas Artes (que no es mal sitio, ahí tiene que estar el toreo, entre las Bellas Artes) y el otro presenta su temporada taurina como si fuera un disco de David Bisbal: con un festorro en el Joy Eslava, ¡arsa pilili! Y la presenta vestido de esmoquin. Todo el famoserío y el canallerío al uso madridí está allí en la fiesta vestido de particular, pero el torero presentante va de esmoquin. ¿Es acaso un intelectual que le va a rendir homenaje a Manolete con retraso? No, es el triste símbolo de cómo está el toreo. Los toreros antes se vestían de toreros y se casaban de corto y con botos camperos. Ahora se casan de chaqué y organizando desfiles de máscaras con chisteras. Y presentan su temporada de esmoquin. Al toreo le han quitado el traje corto y lo han vestido de esmoquin y de chaqué. Y encima quieren que se llenen las plazas. ¡Tequiyá con el cuento del esmoquin!
jueves, 6 de marzo de 2014
Sauce. Ana Ajmátova
Sauce
Y yo crecía en adornado silencioEn el fresco cuarto de juegos del joven siglo.Y no me era agradable la voz del hombre,Pero entendía la voz del viento.La ortiga amaba y la bardana,Pero al sauce plateado más que a nada.Y, agradecido, vivió conmigoToda su vida, sus ramas lloronasSalpicando el insomnio con ilusiones.Y es curioso que yo lo sobreviviera.Allá está su tronco, erguido, ajenas vocesDe otros sauces algo dicenDebajo de los nuestros, aquellos cielos.Yo callo… Como si hubiera muerto un hermano.
(1940)
sábado, 1 de marzo de 2014
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